Objetores de conciencia en Argentina

Relatos: La incorporación

“No era publicador...”
3112: FERNÁNDEZ, Ricardo del Valle, 1951.


Conocí algo de la verdad en Monteros, Tucumán, había dos precursores especiales trabajando en la zona rural y predicaron en la casa donde vivía con mi familia. Mi hermana comenzó a estudiar. Por medio de ella conocí algo de la verdad, pero no llegué a estudiar la Biblia con nadie.

Luego con mi padre nos mudamos a Don Torcuato, B.A., para trabajar. Comencé a reunirme en la congregación Villa Adelina, B.A.. El hermano Ricardo Casset me condujo mi primer estudio bíblico. Habré estudiado unos cuatro o cinco meses, por lo que no llegué a ser publicador y fui convocado al servicio miliar.

En febrero del 1972 recibí la notificación del ejército que debía presentarme para hacer el servicio militar. Tuve que hacerlo en el Distrito Militar de Ramos Mejía. Desde allí nos trasladaron a todos a un regimiento en Azul. En ese lugar me identifiqué como testigo de Jehová, aunque no estaba bautizado.

Me procesaron y ese año fui a juicio. Recibí una condena de 3 años y seis meses que sumados los 6 meses de prisión preventiva rigurosa daba 4 años en total.

Luego fui trasladado al Penal en Magdalena. En ese momento había detenidos cerca de 30 hermanos. Todos estábamos en el pabellón 4 Alto, allí se hacían las reuniones en el comedor en días asignados y autorizados.

A medida que se fue incrementando la cantidad de hermanos se completó el pabellón. Por ello las autoridades reorganizaron los alojamientos y fui trasladado al pabellón 6 Bajo con otros hermanos.

En ese momento Juan Frías y Martín Fernández me ayudaron a progresar, con ellos estudié y me prepararon para el bautismo. Llegué a ser publicador dentro del penal, la única forma de predicar era hablar a otro interno y por medio de escribir cartas y enviarlas por correo.

Me bauticé al año de llegar al penal. Todo se hizo el mismo día, la conferencia la dio Eduardo Chiappero y el bautismo se realizó allí en el pabellón 6 Bajo donde habitábamos.

En esa ocasión fui el único que se bautizó. No había permisos para hacer ese tipo de actividades por lo que hubo que hacer preparativos y actividades especificas.

El pabellón 6 Bajo estaba relativamente cerca de la sala de guardias de Gendarmería en donde estaban los celadores. Entonces se tuvo que organizar un sistema de vigilancia para avisar en el caso de que un celador fuera hacia el pabellón. El bautismo se hizo en la sección de los piletones que había entre el área de duchas y los baños del pabellón. Esos eran unos piletones largos, angostos y poco profundos que se usaban parar lavar la ropa a mano.

En el penal no había agua caliente todos el tiempo porque solo se encendía la caldera en horarios específicos. Así que los hermanos llenaron los piletones con agua y que se fue entibiando. Tuvieron que hacer el bautismo entre varios porque los piletones eran incómodos y no era fácil que todo el cuerpo quede sumergido. Así que una vez que ingresé, ellos me ayudaron a acomodarme, sostener las piernas y parte del cuerpo para que quede todo sumergido.

Cumplí dos años de la condena pues en noviembre de 1973 salimos todos por un decreto de amnistía que hizo el Presidente Cámpora.

A los cuatro meses de estar en libertad pedí el servicio a tiempo completo, comencé con esa actividad hasta el año 1999.