Relatos: La incorporación
Siempre creí que iba a encontrar la verdad.
PARDO, Omar, Clase 1954.
Mi familia no era religiosa, nunca íbamos a ninguna iglesia, ni pertenecíamos a
ningún grupo religioso, pero yo sí tenía una inclinación hacia lo religioso.
Sabía que la verdad existía y que en algún momento le iba a encontrar. Percibía
que las religiones que yo conocía no podían representar a Dios, eso sin saber
nada porque no había leído nunca ni la Biblia ni nada, pero lo percibía. Siempre
creí que iba a encontrar la verdad.
Tal vez mi familia fue el desencadenante de muchos errores en mi vida, tantas
veces estuve en la cárcel por delitos como robo a mano armada, robo automotor y
otras cosas que lamentablemente me llevaron a una carrera delictiva. Por lo que
de muy joven estuve “visitando” instituciones reformatorias y cárceles.
El año 1974 fui incorporado al servicio militar en el Regimiento de Infantería
Mecanizado 24 “General Jerónimo Costa”, en Río Gallegos, Santa Cruz. Cometí un
ilícito y fui detenido. Allí en los calabozos me encontré con cuatro Testigos de
Jehová presos, Eduardo Lares, Carlos Caso Rosendi, Héctor Rumi y del último no
recuerdo el apellido.
Hasta ese momento no conocía que pensaban o creían a los testigos de Jehová,
allí empecé a tener algún trato y conocerlos un poco. Me pareció que ellos
podían tener la verdad por el hecho de que estaban presos por no portar las
armas, mientras que de todas las religiones los custodiaban con fusil en mano,
así que era muy clara la cuenta.
Ese fue mi primer contacto. Estuve seis meses el calabozo con ellos y si bien no
estaba muy interesado, si me daba cuenta de que había algo diferente.
Después me trasladaron a Campo de Mayo, allí estuve tres o cuatro meses con
cerca de unos cien Testigos de Jehová que estaban detenidos. Bien ahí me di
cuenta realmente la envergadura de los Testigos de Jehová, lo que significaba
para todo aquel que quisiera ver, lo que realmente estaba pasando con ellos y lo
que ellos representaban.
El año 1976 fui trasladado al Penal en Magdalena. Creo que ya estaba decidido a
estudiar y que deseaba ser Testigo de Jehová. No tenía dudas de que era la
verdad. Si bien no conocía en profundidad, había dos o tres cositas nada más
suficientes para confirmar que ellos tenían la verdad.
Primero estuve en el Pabellón 4 Alto de donde todos los detenidos presos eran
soldados detenidos por crímenes comunes, como yo.
Pedí a la Oficina Central que me pasen al Pabellón 7 Bajo “el de los testigos”,
aceptaron, así que me mudaron.
Apenas llegué, ese mismo día me golpea la puerta el hermano Osvaldo Carletti,
vino a predicarme con el libro “La verdad que lleva a vida eterna”. Comenzamos
el estudio allí nomás. A la tarde me trajo unas páginas sueltas, porque en aquel
entonces estaba proscripta la actividad de los Testigos de Jehová en el país, y
las actividades religiosas en el penal estaban prohibidas, así que comenzamos a
estudiar con esas hojas del libro de verdad.
En ese momento yo fumaba y participaba en cosas que no estaban bien, pero a los
quince días tuve la fuerza necesaria para dejar de fumar, y nunca más lo hice.
Jugaba bien a la pelota paleta, había una cancha de frontón en el patio de
deportes. Mientras participaba de los deportes con los otros internos se dieron
cuenta de mis cambios y se preguntaban qué pasaba que yo no fumaba más y que
estaba haciendo cambios importantes mi conducta, mi forma de hablar y de ser y
percibieron que algo estaba pasando conmigo. En ese momento todavía sentía un
poco de vergüenza, porque no tenía todavía las fuerzas como para que sepan todos
que quería ser Testigo de Jehová.
A los diez meses de estudiar, en una salida de franco, se hicieron los arreglos
para el bautismo, fue en una casa de familia en una bañera con otro hermano más.
Cumplí mi condena, y tenía que trabajar, con mis antecedentes era difícil
conseguir donde. Una de las tantas manifestaciones de Jehová Dios fue como
entré a un trabajo, siendo que en teoría no tenía ninguna posibilidad que fue
entrar en la fábrica de automotores Ford. Debía indicar si tenia antecedentes
penales y les dije que sí, que había cambiado porque ya era Testigo de Jehová. A
la semana ya estaba trabajando.
Pasaron dos años y me di cuenta de que nunca iba a poder progresar ni demostrar
mi cariño a quién quería servir de una manera mas completa, Nuestro Padre
Jehová. Necesitaba darle más de mi tiempo y mis energías, por ello renuncie y
me fui de publicador a un grupito aislado que había mucha necesidad en General
Levalle, Córdoba, estuve como precursor auxiliar, luego regular y luego seguí
con mas responsabilidades como precursor especial.
Me alegra mucho haber podido a muchas a que conozcan Jehová como yo tuve la
posibilidad de conocerlo y que estén sirviéndole fieles.
La vida ha seguido, pude formar una familia cristiana, hace muchos años estoy
viviendo en el sur. Actualmente como familia nos hicimos disponibles y estamos
sirviendo en la congregación en Gaiman, y atendiendo la actividad en Dolavon un
pueblo cercano.
Estoy feliz de haber podido servir a Jehová en donde pude, y sentir que bueno es
hacerlo.