Objetores de conciencia en Argentina

Relatos: La incorporación

1528 días...
RIVERO, Manuel Antonio, Clase 1955.


Mi nombre es Manuel Antonio Rivero, fui incorporado al Servicio Militar Obligatorio, el día 17 de Marzo de 1976 al Batallón Logístico de Montaña 6 de Zapala, Neuquén; aunque mi viaje comenzó tres días antes, el 14 de marzo desde el Distrito Militar Córdoba, en donde me identifique como Testigo de Jehová por primera vez y allí me destinaron al “sur”, nos embarcaron en un tren, (convoy militar) hasta la localidad de Zapala.

Al llegar al Batallón Logístico de Montaña 6, al mediodía, comenzaron a dividir a donde mandaban a los que recién ingresaban, también estaba el Cura (sacerdote) con una mesa y haciendo las fichas personales de cada ciudadano en las que se identificaba la religión que profesaba cada uno. Al identificarme como Testigo de Jehová, hizo un bollo con la planilla y la tiro a la basura, eso fue a la tarde de haber ingresado.

Al día siguiente comienza el reparto de la ropa verde militar, (yo había sido designado a la compañía transportes), y me identifico nuevamente como Testigo de Jehová y que por razones de conciencia no recibiría instrucción militar ni la ropa que me identificaría como soldado. Se elaboran actas por mi negativa a portar armas y recibir instrucción militar, me aíslan del resto de los ciudadanos ingresantes.

Me tuvieron alrededor de 20 días sin saber que hacer conmigo, tiempo en que estuve como cafetero en la mayoría, con mi ropa civil, con chaqueta de mozo, en prisión preventiva atenuada. Como evidentemente a algún personal militar (militar o eclesiástico) le incomodaba verme con cierta libertad de movimiento hasta que se resolviera mi situación, me aplicaron la prisión preventiva rigurosa. Porque existían actuaciones por el delito militar de insubordinación en mi contra y en el que se me encuadraba.

Fui a parar a la guardia y me alojaron en un calabozo que media 3 m. x 1 m. con estucado de cemento, con guardia permanente, me encontraba con otro compañero de fe, de (apellido Mayorga) que había entrado un tiempo antes, de la misma unidad militar que pertenecía yo, y también otro compañero (Carlos Echaniz) en la misma situación de otra unidad militar. Estábamos los 3 juntos a otros soldados presos por delitos como deserción, faltas a la disciplina militar, violación, homosexualidad, homicidio, etc.

Personal militar: Jefe de Guarnición: Teniente Coronel Canevaro (padre del Subteniente del caso Carrasco). El Jefe del Batallón era el Teniente Coronel Oliver y el Subjefe el Mayor Ferrante y el Jefe de la Compañía Transporte el Teniente Primero Montero, del cuadro de suboficiales , entre otros el Sargento Maldonado de la misma Compañía.

La clara discriminación y maltrato era en contra de los Testigo de Jehová era exclusivamente: no darnos colchonetas, mantas ni abrigos (en zona de cordillera como donde nos encontrábamos), la comida nula, escasa o fría dependiendo de la guardia arrojando agua al piso del calabozo para que no pudiéramos sentarnos siquiera, la ropa o abrigo que enviaban nuestros familiares la robaban y nunca llego a nosotros.

Ya entrado el invierno y solo teniendo ropa liviana no adecuada para el lugar, se ensañaban sacándonos a la nieve a cualquier hora de la noche y dejándonos varias horas haciendo lo que ellos llamaban “La guardia al General San Martín”. Porque había una estatua que debíamos vigilar según el humor del Jefe de Guardia.

Comencé a sentir fuertes dolores en los riñones, fiebre y otras complicaciones que actualmente padezco agravadas por el paso del tiempo.

Diagnostico medico actual fecha 04/12/2019, paciente que presenta antecedentes de fiebre reumática con afectación articular marcada y afectación renal leve. Es diabético tipo II, no insulino dependiente con tratamiento oral y regímenes higiénico dietéticos estrictos debido a la persistencia de hipertrigliceridemia. El paciente presenta una hipertensión arterial severa que requiere control permanente con controles periódicos de laboratorio. Por todo lo expuesto, las patologías enunciadas, DIABETES NO INSULINO DEPENDIENTE- HIPOTIROIDISMO- HIPERTENDION SEVERA- CARDIOPATIA DILATADA, son de tipo crónico y progresivas en el tiempo, de carácter irreversible que imponen un grado de incapacidad al setenta por ciento de la total obrera.

Volviendo al tiempo donde estaba detenido debido a lo grave de mi situación física, me internaron de urgencia en el hospital militar que existía en la misma guarnición en que permanecí un mes con medicación para aliviar la infección que padecía, pero a la ves siendo blanco de las burlas de todo el personal militar del hospital, por lo que el maltrato y el abuso no disminuyeron en ese lugar. Cuando consideraron que estaba en condiciones de darme el alta médico me devolvieron al mismo lugar de detención en los calabozos de la guardia de prevención.

En el hospital, el cura se preocupaba por ver la evolución de mi enfermedad, pero solamente para que me restituyeran más rápidamente al calabozo donde estaba.

El único alivio que obtuve fue el climático, ya que al llegar la primavera se atenuaron las condiciones de detención pero no por mejorar el trato del personal militar, ni por que nos dieran de comer regularmente o nos permitieran higienizarnos, sino porque dejo de nevar.

Siempre estábamos a la espera del traslado al instituto penal de las fuerzas armadas porque aun siendo una prisión militar de máxima seguridad, sabíamos que los condenados allí vivían en mejores condiciones que los que estábamos en las unidades militares en todas partes del país. Llego el día que nos trasladaron con guardia militar, esposados algunos, y sin permitirnos ir al baño la mayor parte del viaje en tren.

El día 25 de Febrero de 1977 ingrese al Instituto Penal de las Fuerzas Armadas “Magdalena” y permanecí allí hasta el día de mi baja el 22 de Mayo de 1980 por expediente AJ 7 4886/244 (de Asesoría Jurídica del Ejercito del año 1977).

Me quede perplejo al llegar al penal por que los Testigos de Jehová seguíamos destacándonos como grupo de presos porque frente a la guardia encontré un comunicado militar escrito en un pizarrón con una planilla firmada que decía “Los Testigos de Jehová PROHIBIDOS en todo el territorio nacional” firmado por la Junta Militar de ese momento (Videla, Massera, Harguindeguy).

Al transcurrir algunos meses desde mi ingreso, me trasladaron junto a Echaniz y Daniel Zazerej hasta el Consejo de Guerra para el personal subalterno del ejército que se encontraba en la calle 25 de Mayo en Capital Federal y donde en una ridícula parodia de juicio el defensor que me asigno era un militar también, me dieron su nombre pero nunca hable con él hasta momentos antes del juicio en que lo conocí por primera vez.

Fui condenado a tres años de prisión, lo que significaba que con el tiempo que llevaba sin sentencia firme, que se contaba solamente la mitad, debía ser puesto en libertad el 22 de Mayo de 1980.

En el instituto penal trabaje desde mi ingreso como sirviente del director Coronel José María Calonge. Era un penal de las 3 fuerzas armadas, estaban allí detenidos políticos entre los que recuerdo a Carlos Saúl Menem, Lastiri, Un ex Jefe de la Policía Federal que estaba en silla de ruedas ( no recuerdo su nombre), el Coronel Cesar Luís Perlinger, Lorenzo Miguel, Taiana, Vásquez. Por breve tiempo estuve en el mismo pabellón con los presos Isidoro y Juan Graiver.

Constantemente soportábamos requisas para quitarnos BIBLIAS y toda publicación relacionada con nuestra fe. En varias ocasiones los Gendarmes de guardia hicieron un montón con la literatura confiscada y con otras pertenencias personales y las quemaron afuera de uno de los pabellones.

La rutina de interno del penal siguió hasta el cumplimiento de la condena, en dicho periodo se sucedieron 3 directores el segundo por un breve espacio de tiempo, en la casa del primero de ellos, Coronel José María Calonge me desempeñaba como cocinero, el tercer director era el Teniente Coronel Alfredo Gualberto Romero, a quien le rendí servicios personales en su vivienda particular como jardinero, ocho horas de trabajo diario que le correspondía a los internos.