Un franco inesperado…
ZAZEREJ, Juan Daniel Segundo, Clase 1955.
El lapso de tiempo entre los meses de julio de 1978 hasta marzo de 1979, fue
especialmente oscuro y tenebroso en el Penal de Magdalena.
Esencialmente con los eventos que comenzaron al día siguiente de que el 26 junio
de 1978 Argentina ganara el mundial de fútbol y eventos relacionados con Arturo
Rodríguez, que será el motivo de otra historia.
Durante ese tiempo la relación de las autoridades con los Testigos de Jehová se
fue endureciendo en el Penal debido a que el Primer Alférez Ricardo Raúl Arena
fue designado a la División Internos, ya que había tenido múltiples problemas en
todas las otras asignaciones que había tenido en el Penal.
Ese hombre creía que se podía doblegar a los Testigos de Jehová si se los
torturaba, así que paulatinamente nos fuimos quedando sin los derechos que
teníamos, por ejemplo los francos. Llegó el momento en que durante meses no
salió ningún Testigo de Jehová de franco, porque nadie “calificaba”.
Fue sacando todo: deportes, visitas, cine, todos los privilegios que teníamos
como internos y fue agregando fajina, cambio de celda de noche o madrugada, a
minutos que llegaran visitas para los mundanos, etc.
Llegó un momento que en el verano de 1978 terminábamos de trabajar, almorzábamos
y nos sacaban de fajina. Algunos volvíamos de trabajar a la tarde y salíamos de
fajina, otros salían de fajina después de cenar y después durante la noche
sacaban a los mismos hermanos en turnos de fajina dos o tres veces.
Aparte de los golpes y la tortura física literal que se realizaba. He visto a
hermanos literalmente dormirse de pie por falta de descanso y sueño.
En medio de estas circunstancias nos enteramos que mi esposa estaba embarazada.
Las pocas veces que pudo venir y que le permitieron visitarme, orábamos a pesar
de que no había ninguna razón para esperar que yo pudiera salir de franco justo
para la fecha en que ella iba dar a luz.
Pero siempre orábamos por eso, yo oraba constantemente todos los días por que
pudiera estar presente el día en que ella diera a luz.
Enero, febrero y marzo de 1979 fueron insoportables. Esos meses fue de fajina
constante de día y de noche, sábados y domingos también, día y noche, hasta que
llegó el último jueves de marzo (29) de 1979, ese día el Primer Alférez Arena
cambió de unidad y se mudó del Penal.
Fue un alivio para todos, hasta para la propia Gendarmería.
El viernes 30 de marzo de 1979, se trabajaba mediodía, como todos los viernes
porque se salía de franco. No había ningún testigo que saliera de franco ese
día.
Cuando, volviendo del apiario paso por la Guardia Externa iban saliendo los
Oficiales que vivían en Magdalena y un Sargento Ayudante de la Oficina de
Personal me dice: “Zazerej vaya a firmar el franco en Personal”.
Llegué a la Oficina de Personal y firmé el franco. Me daban desde ese mediodía
del viernes, como todos lo que salían de franco hasta la medianoche del lunes.
Fui a mi celda, me cambié y salí.
El día sábado 31 de marzo de 1979, o sea al día siguiente, a las siete de la
mañana nació mi hija y yo estuve presente.
En vez de regresar al Penal el lunes a la medianoche volví a las seis de la
mañana. Al mediodía pedí permiso para ver al Comandante de Gendarmería
Laplacette. Le agradecí profundamente el haberme permitido salir y estar
presente en el nacimiento de mi hija, y ya que estaba le pedí unos días más de
franco. Me dio una semana o sea que estuve afuera 10 días.
¿Cómo fue que milagrosamente pude salir de franco cuando nadie calificaba y no
había ningún pronóstico de que sucediera? Sucedió de esta manera: Mis padres,
cuando internaron a mi esposa, mandaron un telegrama diciendo que estaba
internada a punto de dar a luz. Ese telegrama llegó el viernes a la mañana con
la correspondencia. Un Suboficial preso que estaba en el Departamento de Requisa
recibió el telegrama y lo llevó a la Oficina de Personal, justo que el Sargento
Ayudante salía con los francos de los mundanos para que los firmara el
Comandante, puso el telegrama en la carpeta y así al finalizar la firma de todas
salidas apareció mi telegrama y el Sargento le pregunto “¿Qué hacemos con
Zazerej?”, el comandante le dijo “Déle tres días”, y así fue.
Jehová contesta siempre nuestras oraciones persistentes, aunque desde el punto
de vista humano parecieran inútiles.