“Tschieder puede irse. Usted no.”
CICCHITTI, Jorge Omar, Clase 1959.
Una táctica de Satanás ejercida por sus acólitos era tratar de dividirnos y
crear problemas entre nosotros.
Recuerdo que la primera vez que me tocaba salir franco mi familia estaba en
Buenos Aires. Hacía más de un año que no los veía, desde el tiempo de la
incorporación y hasta ese día como estaban a más de 3.000 Km. se les hacía
difícil viajar
Habíamos arreglado todo por carta para vernos, ellos se acercaban a Buenos Aires
y yo tenía mi primera salida un fin de semana.
Para que pudiéramos salir era necesario que alguien (empleado estatal) firmara
para ser nuestra custodia. Alguien que en el caso de que no volviéramos se
hiciera cargo de los gastos de la Comisión Militar que nos fuera a buscar y se
le descontaría del sueldo a esa persona.
No supe de ningún Testigo que no volviera de su salida. Aun en los tiempos más
difíciles por las golpizas y presiones que sufrimos, era parte de nuestra
demostración de lealtad a Jehová.
Volviendo a la historia, como el que firmaba la custodia debía ser alguien al
que conociéramos a los que vivíamos a más de 500 Km. se nos daba la oportunidad
de que en vez de venir la persona a firmar a Magdalena, lleváramos el formulario
a nuestro pueblo y lo hiciéramos firmar por una persona conocida allí y
certificar la forma en la comisaría.
Omar Tschieder y yo teníamos que salir ese día por primera vez. El iba a ver a
sus familiares en Rafaela, Santa Fe y yo a los míos.
Cuando llegamos a la Guardia Interna estaba Arenas que ese día estaba de Oficial
de Guardia, una persona que nos tenía especial inquina.
Nos abordó diciendo que no íbamos a salir porque no teníamos la custodia
firmada, le contesté que según las normas podíamos llevar el formulario con
nosotros porque vivíamos lejos. Pensó un momento y dijo: “Bueno…”, “Tschieder
puede irse. Usted no.”
No era momento de discutir sobre lo justo de la decisión así es que me di media
vuelta y me dirigí con mi bolsito otra vez al pabellón. Hice unos 10 metros y
Arenas me llamó. Al llegar junto a él me dijo: “Hay una manera para que pueda
salir”.
Quería que fuera a la Oficina de Internos y dijera una mentira a los encargados
de allí. Si yo iba, el firmaba la orden de salida. Me negué a decir mentiras en
mi condición de Testigo. “Entonces vaya a su celda…” dijo.
Cuando hube caminado unos 10 metros me llamó de vuelta. Al acercarme a él, sacó
un paquete de cigarrillos y ofreciéndome uno me dijo: “Si usted lo enciende…
no lo fume, sólo enciéndalo; le firmo la salida aquí mismo.”
Me negué nuevamente a transgredir una ley de Jehová. Entonces el me dijo: “Yo
hice todo lo que pude. Es usted el que no quiere salir y ver a su familia.
Además como yo voy a estar el fin de semana aquí lo voy a hacer buscar para que
me cebe mate en el desayuno del sábado y domingo.”
Me volví a mi celda y por unos amigos le avisé a mi papá que no podría verlos
ese fin de semana, otra vez sería…