El 30 de marzo del año 1977, fui incorporado en el Regimiento Logístico 10 de
Villa Martelli, B.A. (donde hoy existe Tecnópolis). Luego de darme a conocer
como Testigo de Jehová, me llevaron a hablar con el Teniente Coronel y de allí
directo al calabozo. Estuve incomunicado 45 días (solo me dejaban ir al baño,
donde aprovechaba para bañarme en los piletones con agua fría, porque ni a
bañarme me sacaron en esos días), comía cada 2 o 3 días, a veces las sobras de
la gente de guardia. En verano ponían las ventanas de la celda de 2×1 y en
invierno las sacaban.
Después de 3 meses pude ver a mi papá y a mi hermano que pasaron por mi lado y
no me reconocieron por lo delgado que estaba y además me habían rapado a cero
(me dejaron solo un “jopito”).
Siempre estuve solo sin ningún compañero de fe, pero a pesar de eso sentía la
fuerza de quien siempre estuvo a mi lado, mi Dios.
Tuve momentos que me golpearon físicamente y también me pusieron una pistola de
9 mm. en la cabeza. Un cabo de guardia que estaba tomado que quería que lo
llamara “mi cabo 1°”, le dije que estaba en ese lugar por no querer tener
entrenamiento militar, pero que no le estaba faltando el respeto, que el mío no
era nada, pero le respetaba el rango llamándolo Cabo 1°. Bajó su arma y me mandó
al calabozo.
Así pasaron los meses entre buenas y malas, hasta que me llevaron a juicio, el
mismo día que a Rubén Digón, ese día vi por primera vez un hermano mío conocido,
después volví a Villa Martelli y varios meses después me trasladaron al Penal de
Magdalena, en aquel lugar era distinto estaba rodeado de mis Hermanos en la Fe,
por mas que no los conocía.
Tuve la suerte de cruzarme con un Capitán Blas Palermo, que me llevó a trabajar
en mantenimiento de su casa en el Barrio 8 de Tanques. Siempre me trato muy bien
el y su familia, (lo recordaré siempre con mucho cariño, era una gran persona y
me ayudó siempre), después trabajé para el en la administración del Penal junto
con otros compañeros, éramos todos muy unidos, éramos una Gran Hermandad.
Así pasaron los meses hasta que en Marzo de 1981 recuperé mi libertad.
Siempre recordaré a todos los que tuvimos que pasar por esa “prueba” de lealtad
a nuestro Señor Jehová y estaré agradecido por habernos dado la Fuerza, la Fe y
su Mano Protectora en esos momentos difíciles de nuestras vidas siendo
prácticamente unos niños, jóvenes de tan solo 18 años.
Mi cariño y respeto para todos los que vivimos aquellos años.