Objetores de conciencia en Argentina

Relatos: La incorporación

El soldado reincorporado…
CORTÉZ, Jorge, Clase 1958.


En año 1977 me tocó el Servicio Militar Obligatorio, aunque conocía a los Testigos de Jehová desde chico no tenía el interés de estudiar.

Así que me presenté a cumplir con esa obligación, eso fue en marzo del año 1977. En octubre del mismo año salí de baja, empecé a estudiar con un testigo y me casé en noviembre de 1977, un año después en noviembre de 1978 se desató un conflicto territorial con Chile, por lo tanto me reincorporaron, para entonces tenía un hijo de un año.

Aunque ya tenía muy claro él punto de la neutralidad cristiana no me fue fácil, ya que tenía una familia en plena formación, y no estaba bautizado. Así que decidí presentarme como Testigo de Jehová, nos llevaron en fila hasta el depósito de ropa y nos entregaron el uniforme, nos dieron la orden de cambiarnos, mientras el resto se cambió yo puse el uniforme en el piso, él Oficial se acercó y me preguntó porque no me cambiaba, le dije que porque era Testigo de Jehová.

Lo primero que me dijeron que era un “traidor a la patria” y por ende iba a recibir una pena muy severa, les dije que mi postura no iba a cambiar. Me trasladaron a un calabozo de 2 por 1 metro, donde estuve encerrado por 1 año y 4 meses recibiendo todo tipo de maltrato tanto físico como psicológico, en todo ése tiempo nunca tuve un colchón ni manta para taparme, como así también por la noche llenaban el calabozo de agua y permanecía toda la noche parado con el calzado mojado, esto así por varios días.

Una vez al mes me sacaban para bañarme y en invierno me bañaba con agua fría, para ellos yo era un “traidor a la patria”. Entonces por las noches en invierno con temperaturas bajo cero y con nieve hasta la rodilla me sacaban a la Plaza de Armas y me paraban en frente del mástil de la bandera para que según ellos recapacite.

Más de una vez con un arma apuntando a la cabeza alegando que la patria está por encima de cualquier otra cosa, para ellos era Patria, Dios, y familia.

En otra ocasión me llevaron a una oficina un Oficial y dos Suboficiales me hicieron poner de rodillas y con un arma adentro de la boca me pidieron los nombres de los que llevaban la delantera en la congregación que según ellos, eran nuestros caudillos. Yo le contesté que nuestro caudillo era Jesucristo.

Solo Jehová sabe por qué estoy vivo, estuve en esa oficina dos días sin comer y dormía en el piso hasta que me vinieron a buscar, y siempre me repetían que yo era un “traidor a la patria”.

En otra oportunidad siendo las 23 horas me sacaron del calabozo, recuerdo que estaba nevando y me pusieron en frente de todos los soldados que estaban de guardia (eran unos sesenta) y el Oficial de Guardia les dijo a los soldados que iban a dejar de bailar cuando yo renunciara a mis convicciones, así que se pusieron a correr alrededor mío. En poco tiempo la ronda se empezó a achicar y empezaron a golpearme con la culata del fusil y otros me patearon y me escupían y me insultaban, al cabo de dos horas más o menos quedé tirado en el suelo todo golpeado y mojado. Recuerdo que estaba muy dolorido y pedía que me llevaran al calabozo, en ese momento solo quería estar en el calabozo ahí creía estar mas seguro.

Unos cuatro meses después era cerca del mediodía y me sacaron afuera del Batallón (Grupo de Artillería de Montaña 6), estaba a orillas de la ruta 40 en Junín de los Andes, Neuquén. Me hicieron mirar a la ruta y como a unos 400 metros estaban mis familiares, a los cuales no les permitieron que me visitaran. Esto sucedía cada vez que me iban a visitar así que nunca los dejaron entrar.

Recuerdo que en muchas ocasiones me sacaban después de las 12 de la noche sin importar el clima y me ponían parado en la Plaza de Armas hasta la mañana cuando venían todos los soldados a izar la bandera momento en que me trataban de “traidor a la patria” delante de todos. Uno de los Oficiales me agarraba de la cabeza y me hacía mirar a la bandera y me repetía que esa era mi dios. Había un Teniente Primero y dos Sub Tenientes que se habían puesto de acuerdo para doblegar mi postura. Cuando me enteraba que uno de ellos estaba de guardia me preparaba para soportar todo tipo de maltrato. Así que me concentraba en la oración y le pedía a Jehová que me ayudara a soportar.

En cuanto a la comida cuando se acordaban de traerme me la mostraban pero la tiraban delante de mí, algunos soldados me daban pan a escondidas y así que lo poco que tenía lo racionaba.

En pleno invierno con temperaturas bajo cero ponían un balde de unos 15 litros aproximadamente lleno de agua y otro vacío a una distancia de unos 30 metros y me daban una cuchara grande y me hacían pasar todo el agua de un balde al otro, empezaba cómo a las 22 horas y hasta que no terminaba no dejaban de acosarme, y vez tras vez me repetían que era un “traidor a la patria”  así que para mantenerme en calor iba y venía corriendo, muchas veces puede ver la salida del sol.

Después de eso me metían en el calabozo, por supuesto sin desayunar y con la esperanza de que me trajeran algo de comer al mediodía cosa que nunca ocurría, así que doy gracias a Jehová por usar en muchas ocasiones a los soldados que me daban pan a escondidas porque sabían que no me daban de comer.

Siempre me recordaban que era un “traidor a la patria” y por eso no merecía nada del estado.

A veces llegaban camiones con acoplados dos o tres cargados con fardos de pasto, me llevaban con algunos soldados a descargar los camiones y nos encerraban en un galpón bajo llave y hasta que no terminábamos no nos sacaban, los soldados se iban a bañar y comer y a mí me llevaban al calabozo sin comer y sin bañarme.

En otra ocasión al cambio de Guardia a las 8 de la mañana me sacaron del calabozo y me pusieron en contra de la pared y el Oficial a cargo de la Guardia se paró en frente mío y empezó a maltratarme, a su espalda estaban los soldados de guardia formados. Estaba tan fuera de sí porque no podía doblegar mi postura que en un movimiento descontrolado sacó su espada para pegarme y cuando la llevó hacia atrás por encima de su hombro le cortó la cara a un soldado, una vez más pensé hasta aquí llegue pero Jehová nuevamente movió los asuntos de tal forma que salí ileso, no paraba de darle las gracias a Jehová por intervenir una vez más.

Al oficial lo castigaron una semana por lo sucedido.

Cuando yo les pedía algo me lo negaban según ellos por “traidor” no tenía derecho a nada que fuera del estado. He presenciando: muerte, violaciones y ver golpear a un soldado hasta volverlo loco literalmente, lo tuve que cuidar por dos meses hasta que se lo llevaron a sus padres.

Sufrí mucho por esa situación no entendía semejante injusticia. Pero también puede comprobar en propia persona el cuidado protector de Jehová a sus siervos leales.

Por fin al año y cuatro meses me dijeron que me trasladaban a Campo de Mayo. Como a las 12 de la noche pasaba el colectivo que unía Junín con Zapala, me sacaron del calabozo me pusieron las esposas y me subieron al colectivo acompañado de un Suboficial Principal.

Cuando llegamos a Zapala como a las 8 de la mañana fuimos hasta la estación del ferrocarril a esperar que saliera el tren rumbo a Constitución, de paso, quedaba Neuquén capital de donde yo era, así que mí familiares me estaban esperando allí, recién entonces me sacaron las esposas y los pude abrazar y besar y conversar por algunos minutos, lloraba como un niño ya que en todo ese tiempo estaba privado de la libertad y visitas.

Que feliz y contento estaba cuando llegué a Campo de Mayo ya que estaba rodeado de mis hermanos espirituales y no me sentía tan solo. Un mes después me mandaron a trabajar al horno de ladrillos en compañía de 12 hermanos más y al cabo de un año me trasladaron a Magdalena donde después de 3 años y 11 meses cumplí con la condena, el 2 de octubre de 1982 logré recuperar mí libertad.

Cuando volví a mi lugar de origen me encontré con un hogar totalmente desarmado y una esposa infiel con hijos que no eran míos, fue muy duro para mí.

Me fui a vivir con mí madre y mis hermanos, inicié el divorcio y recuperé a mis hijos.

En la primer asamblea que se celebró después de la proscripción simbolice mí dedicación en bautismo, eso fue en diciembre de 1983.

Siempre doy gracias a Jehová por cuidarme y darme la paz mental al tiempo apropiado y estoy totalmente convencido de que sí tuviera que enfrentarme de nuevo a esta prueba de lealtad no lo dudaría ni un segundo lo haría de nuevo.

Como verán tuve que soportar dos conflictos de guerra en el año 78 con Chile y en el 82 con Inglaterra.