Objetores de conciencia en Argentina

Relatos: La incorporación

Mi relato...
SORIA, Aldo Alfredo, Clase 1961.


Conocí la verdad allá por el año 1969, mi mama estudió a escondidas porque mi papá se oponía, un día la encontró estudiando y echó bajo amenazas al hermano y su esposa, precursores especiales (Norberto Directer y su esposa), que si volvían se iban a llevar una paliza de aquellas. El era agresivo y boxeador profesional, había mandado al hospital a más de uno.

Pasado el tiempo al hermano lo trasladaron a la provincia de Buenos Aires, pero no se olvidó de nosotros y le encargó un hermano que, de manera perspicaz, visitara a mamá. Este hermano era del pueblo, conocido y astutamente empezó a charlar con el viejo hasta que logró ablandarlo, el tema fue la resurrección, mi viejo había perdido a una hija, (mi hermana) en sus brazos por muerte súbita, tenía 6 meses y eso lo marcó. Al escuchar y comprender que podía verla nuevamente fue el detonante para aceptar la verdad, y empezamos todos nuevamente menos mi hermano mayor, el año 1971.

Me bauticé el 10/01/75, un día viernes en la cancha del Club Deportivo, Morón, en la asamblea “Soberanía Divina”. Llovía a cántaros pero éramos felices de dedicar nuestra vida a Jehová, que gran honor ser siervos de el. Un año mas tarde empezó la proscripción y nuestra lealtad empezó a ponerse a prueba.

En La Pampa éramos 3 testigos de la misma clase, 61, dos en General Pico y yo de Santa Rosa, así que cuando veíamos que nos iba a tocar el servicio, comenzamos a hacer planes de como podríamos enfrentarnos a esa prueba, pero el día del sorteo a uno le tocó el 075 y al otro el 128 y a mi el 429, primera amargura por decirlo así seguramente me tenía que enfrentar sólo a la prueba. Esperé hasta que se confirmó hasta que número se salvaban, que llegó hasta el 410; me quedaba la revisación medica a ver si me salvaba, yo tenia un problema de hernia y un riñón mas chico, por un problema de salud desde bebe, existía la posibilidad de salvarme.

Aquí mi primera prueba, mi papá consciente de que yo no iba a ser el servicio militar le ofreció a un médico amigo exceptuarme del mismo, certificando que no era apto para el mismo previo pago de un dinero, el viejo para que yo no sufriera consiguió el dinero y estuvo dispuesto a pagarlo, pero antes lo consultó conmigo, oré a Jehová varias veces a ver que hacía, no quería fallarle, y me di cuenta que estaba ante la posibilidad de mostrarle cuanto lo quería, y pensé si El quiere, no va permitir que pase por esto, sino el me va a dar las fuerzas para aguantar. Rechacé la posibilidad de salvarme del servicio se manera engañosa.

Yo vivía a 10 cuadras del regimiento y en el mismo trabajaban varios conocidos míos que vivían en el pueblo, suboficiales que en cierta manera me ayudaron en prisión. Me incorpore el 26/03/80, antes en enero me fui a Chile a una asamblea, creo que se llamaba “Fe Divina”. Era consciente que iba a estar preso varios años por lo tanto tenía que prepararme para fortalecer mi fe, en Chile tuve unas experiencias muy lindas que me ayudaron a mostrar lealtad en la prueba que se avecinaba.

Volviendo a mi incorporación, un mes antes fui a ver al Coronel para explicarle mi postura y mi convencimiento de no hacer el servicio militar para no violar mi conciencia ante Jehová. De más está decir que me escucharon pero me amenazaron, que lo pensara bien porque iba a estar preso unos 10 años como mínimo y hasta posiblemente perdiera la vida.

En lo personal había orado mucho a Jehová y me había preparado para lo que viniera, aun si tenia que morir, le había preguntado a Ricardo Fernández Mendía, un hermano que estuvo entre los años 1974 al 1978 preso lo que me podían hacer y que me podía pasar, por lo tanto las amenazas no me hacían mella, y así llegue al día de mi incorporación. Me incorporé en el Destacamento de Exploración de Caballería Blindada 101 Libertador Simón Bolívar en Toay, La Pampa.

El mismo día de la incorporación nos dividieron a todos en 4 escuadrones. Mientras nos tenían en formación en la Plaza de Armas, empezaron a entregar la ropa militar a cada uno y se nos pidió que la tomemos y nos la pongamos. Me negué y por la tarde después de las 18 horas me enviaron al calabozo durante 3 días. El último día me sacan a la guardia, que era una pieza de 5 x 5 metros, allí había 5 oficiales mas 3 suboficiales y 4 soldados. Le ordenaron a un soldado que me traigan la ropa militar, y me ordenaron que me la ponga. Me negué, lo repitieron en 3 ocasiones, siempre con mi negativa. Comenzaron a insultarme, me decían “vende patria” y otras cosas que irreproducibles.

Bajo amenaza me juran que pase lo que pase ellos me van a obligar a hacer el servicio militar. De allí me enviaron de regreso al calabozo e incomunicado. Estuve incomunicado unos 5 meses, en ese tiempo sólo me sacaban al baño día por medio, eso significaba que cuando me necesitaba orinar o defecar lo tenía que hacer en una bolsa chica y tirarlo por la ventana, en verdad era bastante indeseable esa situación pero no había otra. Los 10 meses que estuve en el calabozo nunca tuve un colchón y manta. Durante los primeros 3 meses me echaban agua de noche y de día para que no durmiera. Solo me permitían bañarme cada 10 días y en pleno invierno con agua fría. Sufrí castigo físico en 2 oportunidades, lo que si el sicológico todos los días, desde palabras obscenas, degradantes, amenazas a mi persona y mi familia y el trato de hacernos sentir que no valíamos y no servíamos para nada.

En una oportunidad metieron en mi calabozo que medía 1 metro de ancho por 2,50 de largo y 3,00 metros de alto con una pequeña ventana pero sin vidrio y persiana, a un supuesto desertor durante 3 días tiempo que se encargó de intentar ablandarme, físicamente y verbalmente durante las 24 horas. Sólo gracias al apoyo del espíritu santo de Jehová pude soportar sin que lograra su objetivo.

A unos dos meses de estar en el calabozo me manda a llamar el Coronel. Fui con dos soldados que me llevaban a punta de bayoneta como si fuera un gran terrorista, a la oficina del mismo. Antes de llegar a la oficina del Coronel, me encontré con 2 oficiales un Teniente Primero y un Subteniente. Les dicen a los soldados que esperen y al instante el Teniente Primero, desenfundó la pistola, la cargó, me la puso en la sien, y me dijo: “testigo tiene 10 segundos para aceptar hacer el servicio militar, sino acá acaba su vida, ¿entendió?”, le dije “si” y empezó a contar 10-9-8-7-6-5-4, allí se detuvo y me preguntó de nuevo  “y testigo ¿que va a hacer?”, yo con serenidad y respeto hacia él, le respondí: “Teniente Primero, si Jehová quiere usted me va a matar, sino no.

Pero cualquiera sea el desenlace yo al servicio no lo hago por lealtad a mi Dios y amor a sus principios, haga lo que tenga que hacer” y me mantuve sereno esperando. El continuó con el conteo “3, 2, 1”, allí se acercó el subteniente y le dijo: “dejemos que viva un poco más a ver si recapacita y lo hace”, entonces bajó el arma de mi frente, la descargó y se marchó. Los soldados me llevaron hasta el Coronel, que sólo me pregunta de vuelta si voy a hacer el servicio militar, le dije que no, entonces les ordena a los soldados que me lleven de vuelta al calabozo. Una vez en el calabozo me puse a pensar la situación vivida, y ahí comprendí unas de las tantas veces y no la única que el espíritu de Jehová abogó por mi, se que muchos de ustedes lo entenderán y sabrán los que les digo.

Ahí mismo ore a Jehová, le agradecí su interés y amor por darme el valor necesario y sinceramente hermanos, sentí su mano protectora en carne propia. Otra situación vivida estando incomunicado, no me dieron comida durante tres días, no me sacaban al baño, no me daban agua, me sentía totalmente agotado emocional y físicamente, deseaba y quería seguir siendo leal a Jehová pero las fuerzas es como si se hubieran agotado. En esa situación, volqué mi desesperación delante de Él con lágrimas en los ojos, creo que ustedes lo entienden literalmente llorando ore a Jehová pidiendo fortaleza porque no aguantaba mas, el resultado después de orar con sinceridad a Él comencé a cantar en voz fuerte cánticos de alabanzas a Dios. Me sabía muchos y ustedes saben que después de cada estrofa sentía una sensación de alivio y paz interior, que sólo lo pueden comprender aquellos que saben lo que es la paz de Dios, como dice el apóstol Pablo a los Tesalonicenses.

Después de orar y cantar sentí esa paz interior solo comparable a cuando una sabe que está haciendo lo correcto. Ustedes entienden. En otra ocasión le ordenaron al capellán que hablara conmigo para que me convenciera para hacer el servicio, el mismo capellán se negó a hablar conmigo argumentando que era imposible convencerme porque la fe mía de lo que estaba haciendo era mas fuerte que sus palabras y era un tiempo perdido, y eso que yo solo hable con el una vez, pero cuanto se puede lograr cuando uno está convencido de algo no es verdad.

También debo decir que un par de oficiales me habían jurado acabar con mi vida si no hacia el servicio, perdieron la vida en la guerra de Malvinas. Seguí en el calabozo durante 10 meses y después recién tuve mi franco a los 11 meses, cuando hubo una asamblea de un día aquí en La Pampa, aún no se había levantado la proscripción.

En esa asamblea tuve el privilegio de relatar mi experiencia y además de hacer la oración final. En Noviembre de 1980 me llevan a Palermo donde se efectúa el supuesto juicio , todo arreglado y me condenan a 3 años y 6 meses de prisión y del tiempo que llevaba solo so me contaron la mitad es decir los 10 meses solo 5. Al no haber lugar en Campo de Mayo, me regresaron a Toay hasta el mes de agosto de 1981, cuando fui trasladado definitivamente a Campo de Mayo. En Mayo de 1982 en plena guerra de Malvinas fui trasladado a Magdalena, donde tuve el privilegio de compartir y conocer a hermanos tan leales y de diferentes matices

Mi estadía en Campo de Mayo y Magdalena tiene otros matices, ya no estaba sólo sino acompañado, pero también requirió de mi parte mucho amor y paciencia para adaptarme, fue otra forma de experimentar mi prueba.
 

El relato continua en "Dejemos que viva un poco más a ver si recapacita y lo hace."