Objetores de conciencia en Argentina

Relatos: La incorporación

Dígame “mi” Sargento.
CHIMENTI, Salvador, Clase 1959.


Un día me habían sacado del calabozo para limpiar la pieza del sargento de guardia, que estaba en la cuadra de los soldados.

Mientras limpiaba se me acerca el sargento y me preguntó porque yo no le decía “mi” sargento. Y que al no decírselo le estaba faltando el respeto.
Le dije que no era así, porque yo siempre lo llamaba “sargento” y nunca le falté el respeto. Entonces me dice “vaya para el baño…”, pensé que era para limpiar allí, pero no.

El vino atrás mío y me grito: “dígame MI sargento”, le repetí que no, que le iba a seguir llamando sargento a secas. Me lo gritó un par de veces más y la respuesta siempre fue la misma. Entonces sacó el arma y me apuntó y me gritó “dígame MI sargento…” ahí lo miré fijo y temblando de miedo le dije: “mire, yo tengo MI Dios, Mi papá, Mi mamá… pero no tengo Mi sargento. Así que lo voy a seguir llamando solo sargento”.

Me miró como para comerme vivo, al rato bajó el arma y me dijo “retírese”.

Cuando me di vuelta sentí sobre mi humanidad una terrible patada. Me di vuelta y lo miré como diciéndole: “pero no dije MI sargento…”

A partir de ese día el trato de él fue mucho mejor…