Objetores de conciencia en Argentina

Relatos: Apremios ilegales y torturas

Las “gomeadas”.
VENEGONI, Juan Alejandro, Clase 1958.


Relato de lo acontecido en el año 1978
Lugar: Pabellón 6 Alto
Instituto Penal de las Fuerzas Armadas (IPFFAA)

Contexto: Se trata de una época donde el citado penal estaba bajo el control de la Gendarmería Nacional (GN), y se ejercía violencia física extrema contra los Testigos de Jehová detenidos, a menudo con golpizas ilegales cobardes, pues los sacaban de noche y les golpeaban con la cachiporra de goma entre varios gendarmes no pudiendo individualizar quienes lo hacían. Eso es lo que se llamaba “gomeada”. Todo comenzó luego de la finalización del mundial de fútbol Argentina 78.

A partir de esa fecha nos empezaron a sacar de noche para limpiar, con el propósito de no dejarnos dormir, lo que ya de por si nos traía serias consecuencias.

Después empezaron las palizas con la cachiporra que usaba Gendarmería, en la jerga del penal la “goma”, por ende, las palizas con dicha cachiporra se denominaban “gomeadas”.

Dichas gomeadas eran al azar, o a veces se elegían siempre las mismas personas para cometer este tipo de abusos.

En mi caso particular un domingo de los tantos que nos sacaron a cortar el pasto con la mano, sin herramientas, esa tarde nos tocó a un grupo hacer esa tarea.

En esa ocasión el Sargento Stoerman (GN) nos ordenó colocar el pasto cortado en un lugar determinado, “carrera mar” lo cual significaba que debería hacerlo corriendo como un movimiento militar. Al ver que yo no lo había hecho de esa manera, sino que lo hice caminando, el Alférez Almirón (GN) quien estaba observando la escena me manda a llamar y me dice: “¿no escuchó al Sargento decirle que lo haga “carrera mar”?

Mi respuesta fue que yo no hago movimientos vivos ya que estoy detenido por ser objetor de conciencia como Testigo de Jehová. Al oír esta respuesta, le ordenó a un gendarme que no simpatizaba con nosotros que me escolte hacia lo que llamábamos “el tubo”, se trataba de el pequeño recinto que se forma debajo del inicio de una escalera, donde se permanecía en cuclillas y en completa oscuridad, en forma de castigo.

Cuando me está escoltando a ese lugar pasa por un baño abandonado y abusando de su poder, me ordena que me tire “cuerpo a tierra” en el hoyo donde anteriormente había estado el inodoro, el cual estaba lleno de materia fecal.

Ante mi negativa, y exigiéndole que cumpla la orden del Alférez, pues solamente tenía que escoltarme al “tubo” me amenaza y dice: “¿conque no querés hacer lo que te digo? ¡Esta noche nos vamos a ver!”

Bueno, así sucedió. Esa misma noche me sacaron de la celda y me empezaron a dar golpes con la cachiporra de goma, lo que llamábamos una “gomeada”. Fue un acto cobarde pues me golpeaban entre seis personas.
Yo no era el único, porque en la oscuridad de la noche no veía quienes eran los que estaban al lado mío, solo escuchaba sus gritos de dolor.

Así fue pasando esa noche y fueron varias noches más.

Llegó un momento que me cansé y les empecé a increpar de su cobardía al pegarme entre varios y de forma ilegal. Les dije que era fácil pegarme a mí, pero no lo harían con mi padre que era un miembro de la Marina Mercante.

El Sargento Maidana de Gendarmería me contestó que a mi padre debería darle vergüenza tener un hijo apátrida. Como castigo adicional, me hizo desnudar y estar de pie en el patio, era invierno y había muy bajas temperaturas, y a los demás los mandó de vuelta a sus celdas.

En ese momento, yo le pedí a Jehová por favor que me ayudara porque no sabía lo que me iban a hacer, estaba muy intranquilo. Pero lo que sucedió fue que al orar a Jehová recibí instantáneamente una paz muy grande, increíble… era como que pasara lo que pasara yo estaba totalmente tranquilo.

Bueno, a las dos o tres horas de estar ahí parado vino nuevamente el Sargento Maidana y me tira la ropa en la cara, increpándome con las mismas palabras “vergüenza le tendría que dar a tu padre tener un hijo apátrida y cobarde como vos”.

Acto seguido me llevo al “tubo” donde estuve el resto de la noche.

Gracias a Jehová, a partir de allí no me sacaron más a las noches. Con el tiempo las denuncias de los malos tratos llegaron a las autoridades y la Marina Argentina envió una inspección al lugar, así que por fin cesaron estas golpizas que afectaron a muchos hermanos.