La hermandad...
CORONEL, Alejandro Hugo, Clase 1961.
Esta son experiencias vividas por mi que resaltan el valor y amor a la hermandad
de nuestros hermanos.
Un ejemplo, la familia Durante de Punta Alta al lado de la Base Naval Puerto
Belgrano.
Estando incomunicado en un calabozo en el campo, una madrugada me llevaron a la
guardia porque como el Jefe de Guardia tenía mi mismo apellido, quería saber si
éramos parientes pero nada nos unía.
Pocos días después la hermana Durante llegó predicando a su casa, el les comentó
que tenía un preso de su religión, ella le pidió si le podía autorizar una
comunicación telefónica y arreglaron que a las 2 de la madrugada ella llame a la
guardia.
El siguiente sábado me llevaron a la guardia y me dijeron “una de su religión
quiere hablar con usted”. Para mi escuchar la voz de una Testigo de Jehová y sus
precisas y animadoras palabras me fortalecieron.
Jehová me señaló que no estaba solo. Todo fue posible porque una valiente
hermana cristiana salió a predicar en proscripción, en una ciudad como Punta
Alta que la mayoría eran militares, y estuvo dispuesta a llamar a las dos de la
mañana a un cuartel militar para animar a su hermano desconocido.
Los hermanos que nos visitaron sin conocernos es una experiencia aparte. Había
que ir a un cuartel a visitar a un preso considerado por muchos un subversivo, y
ellos lo hicieron por nosotros.
Con el tiempo pasé a la prisión en el cuartel base, un domingo me avisaron que
tenía visitas. Mi familia estaba a 2000 kilómetros, así que no sabía quien podía
ser. Eran las hermanas Chap de Bahía Blanca ¡que hermoso escucharlas!
Todavía me acuerdo, nunca mas las vi, y no he podido agradecerles.
Llevaba mas de 50 días incomunicado en el centro de incorporación Base
Sarmiento, pude mantener en el forro de la campera un sobre, estampillas pegadas
y papel, logré conseguir un bolígrafo.
Escribí una carta diciendo a mi familia que estaba vivo y sano, que se mantengan
tranquilos, que Jehová me cuidaba.
Pero el problema era como despachar una carta simple, no confiaba en los
conscriptos, oraba a Jehová que me ayude. Una madrugada de lluvia un Oficial de
Guardia, para importunarme me ordena que barra la guardia, y cuando terminé, me
dice que barra la vereda de la Guardia que estaba a la entrada del cuartel.
Cuando salí, vi en la calle de ingreso un buzón de correo. Saqué el sobre del
ruedo de la campera y seguí barriendo hasta la calle de ingreso, llegué al
buzón, como los vidrios de las ventanas de la Guardia estaban empañados no me
veían. Llegué al buzón y tiré el sobre adentro. La carta llegó en 12 días, justo
cuando mi padre ya tenía el pasaje para venir a Buenos Aires a averiguar mi
paradero.
Llegó justo, una prueba más de que Jehová esta atento a nuestros obstáculos, y
está muy dispuesto a darnos la salida cuando desde el punto de vista humano no
le vemos la salida. Esta lección me acompañó por resto de la vida.